Las piedras

rocas-sobre-rocas
El martes 17 de noviembre, mientras analizaba los planes de un seguro médico, recordé el episodio que viví hace unos meses en los que experimenté gran dolor por una piedra en el riñón, el posible costo elevado de la operación y el costo mínimo de una de las plantas medicinales que me ayudó a que la piedra se desintegre y pudiera quedar fuera de mi organismo sin necesidad de la cirugía.

Fue en ese momento en que reflexionando, pude darme cuenta de que la consecuencia de nuestros actos a menudo es imperceptible y, sin embargo, la consecuencia se encuentra allí y puede llegar a ser bastante perjudicial para nosotros y para los demás.

En este caso considero que la piedra que se formó en el riñón fue consecuencia específica de una suma de cosas que hice y otras que dejé de hacer. Durante unos dos meses, debido a la cantidad de tiempo que requirió la facultad y mis otras responsabilidades tuve que hacer lo siguiente (algunas de manera inconsciente): dormir poco, vivir con mucha presión y estrés, aguantar las ganas de orinar, comer mal, tomar muchas gaseosas, no tomar suficiente agua, no hacer ejercicio y no tomar los remedios naturales y/o artificiales que me podían ayudar.

Inmediatamente me vino a la mente que, esto ocurre de la misma forma en nuestra vida espiritual: las cosas que nos benefician no las hacemos, y sí hacemos las que nos perjudican. En este ámbito también se va dando de manera imperceptible, hasta que un día nos encontramos alejados de Dios, sin alegría, sin paciencia, sin ganas de nada.

Algunas de las cosas que hacemos: consumimos contenido (series, películas, música) que nos alejan de Dios y de su Voluntad; tenemos amistades que solamente buscan la diversión y el placer y nos alejan de lo sagrado y lo eterno.

Algunas de las cosas que dejamos de hacer: nuestra oración diaria (entrar en diálogo con Aquél que nos ama); los Sacramentos (especialmente Reconciliación y Eucaristía, que son lo más cercano al Cielo que existe aquí en la tierra); leer y meditar diariamente la Palabra de Dios; reunirnos con nuestro grupo de la Iglesia que nos acompaña hacia Dios; dejamos de servir y amar al prójimo.

Invitaciones para el día de hoy y cada día:
  • Sentarse y analizar con sinceridad: ¿cómo estoy? ¿soy verdadera y plenamente feliz? ¿tengo paz?
  • Si no obtengo las respuestas que me gustaría, es momento de tomar una firme decisión.
  • Esa decisión implica cambiar hábitos. Este es el momento de mirar cuáles cosas sería beneficioso dejar de hacer y cuáles empezar a hacerlas (o hacerlas con mayor frecuencia).
Espero que tengas un excelente día, que Dios te bendiga y la Virgen te acompañe.
Abrazo en Cristo,
Marco.

Pd: las soluciones que nos regala Dios son gratuitas, así como esa planta medicinal que nos regaló para que podamos sanar y permanecer sanos. Así nos quiere Él: sanos y felices, mejor, SANTOS y FELICES para que podamos en todo amar y servir.