El crecimiento y la formación

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Hoy sábado 04 de abril, mientras estudiaba alcé la mirada y vi por la ventana a un árbol de mango, que lo veo a diario desde que estamos trabajando a distancia por la cuarentena. Al mirarlo, me imaginé al mismo cuando era pequeño.

En algún momento, tal vez alguien plantó la semilla del árbol, la abonó y la fue regando, cuidando hasta que luego se formó el tallo, posteriormente el tronco, para finalmente alcanzar el tamaño que tiene hoy y dar abundante fruto.

Es llamativo como hoy, ya nadie riega ese árbol de forma manual, solamente recibe agua a partir de las lluvias y a partir de sus raíces profundan que absorben todo lo que necesita del suelo para subsistir.

Así mismo debería darse en la vida de cada ser humano, que desde pequeños alguien nos forme, con paciencia y con amor, que proteja y alimente nuestro cuerpo, que forme nuestra mente y genere en nosotros sentimientos positivos.

Sin embargo, al mirar tantas realidades hoy a nivel mundial, hay miles de millones de personas (sin exagerar), que no acceden a una educación formal. Aún así, por lo menos reciben un cierto nivel de educación en sus familias.

A nosotros, que nos toca educar a las nuevas personas que se integran a la sociedad, nos toca hacerlo de la mejor forma posible. 

Lo primero en esa educación me parece que es la paciencia; ¿acaso alguien se enoja con un árbol porque no crece al ritmo que le gustaría o porque aún no da frutos? Por supuesto que no. ¿Entonces porqué deberíamos actuar de forma diferente con las personas?

Hay una frase que me gusta mucho que dice: "no hay niños difíciles, lo difícil es ser niño en un mundo de gente cansada, ocupada, sin paciencia y apurada". Y me gusta mucho porque creo que es verdad.

Y los niños los hay en todas las facetas, física, psicológica y espiritual incluso.

A veces en nuestra dificultad al educar, nos preguntamos a nosotros mismos: ¿será posible que este niño no sea capaz de entender?

En mi experiencia como docente particular a menudo me lo preguntaba... Hasta que un día cambié la pregunta a: ¿será posible que yo no sea capaz de encontrar la forma de hacerle entender?

Entonces cambié yo, mi forma de enseñarle, consciente de que a este niño le gustaban mucho los videojuegos, se me ocurrió enseñarle matemáticas como si fueran niveles de un juego. Para mi grata sorpresa, este niño empezó a entender todo con una una velocidad llamativa.

Hoy nos toca a nosotros, los que ya tenemos un poco más de experiencia acumulada a través de los años, de inteligencia emocional y de crecimiento espiritual:
  • abonar y regar a los arbolitos (brindarles lo que necesitan en cuanto a conocimientos y sentimientos), 
  • sacar los yuyos (corregir en tiempo y en forma lo que no es correcto),
  • cuidarles y amarles hasta que en algún momento puedan continuar por su cuenta nutriéndose ya de las lluvias y del suelo (lo que les depare el camino), dando buenos frutos por doquier (actos de amor para con el prójimo).


Finalmente, surge otra pregunta: ¿cómo puedo yo educar integralmente, en conocimientos y en valores a un niño si yo mismo no los tengo y no los vivo?

Simplemente no puedo. Entonces surgen las siguientes invitaciones para hoy y para cada día:

  1. Hacer una pausa y analizarme hoy. Hacer una lista concreta de las cosas que me gustaría cambiar o mejorar.
  2. Hacer una lista de las cosas que me gustaría aprender.
  3. Hacer una lista más, sobre las cosas que me gustaría que otros aprendan.
  4. Pedir a Dios que nos de los métodos, la fuerza y disciplina para lograrlo.

Espero que tengas un excelente día, que Dios te bendiga y la Virgen te acompañe.
Abrazo en Cristo,
Marco.

Pd: "Toda Escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar, rebatir, corregir y guiar en el bien. Así el hombre de Dios se hace un experto y queda preparado para TODO trabajo bueno." (2 Tim 3, 16-17)