Hoy martes 21 de enero, estando en la misa, le pude ver en la primera fila a una señora que es no vidente. Me trajo a la memoria varias escenas en las que vi a personas en la misma situación, cruzando la calle por ejemplo.
Viendo la dificultad que tienen esas personas en su día a día, me hace valorar un poco más el don de la vista.
Al terminar la misa, me quedé unos momentos en el auto, cuando vi a una persona pasar caminando muy lentamente por la vereda. Sentí intriga de saber qué era ese "algo" que le pasaba a esa persona, que le llevaba a moverse con tanto esfuerzo.
Me acerco con el auto y le pregunto al señor a donde va, y luego le acerco en el auto. En el camino, este señor empieza a contar sobre su vida y resultó ser una fuente de sabiduría impresionante.
En su testimonio contó cómo las personas le hacen de menos, se burlan de él y le discriminan por la dificultad que posee en la vista. A lo que yo le pregunté si escuchó la primera lectura de la misa, donde Dios dice: "yo no miro como los hombres, que se fijan en la apariencia; yo miro el corazón de la persona".
Hoy en día es triste, muy triste, no la ceguera física en particular, sino la ceguera espiritual que nos caracteriza. Tantas veces está una persona gritando por recibir amor y no somos capaces de regalarles una mirada, una sonrisa, una palabra... ¿Y por qué? Por el simple hecho de que no los vemos.
A veces esa persona está en la calle, a veces está en nuestra familia, a veces entre nuestros amigos, en nuestro trabajo, en nuestra facultad/colegio, incluso en nuestra misma Iglesia. Otras veces, esa persona somos nosotros mismos.
Hay tanta gente que constantemente envía señales de humo en frente nuestro, y nosotros no les vemos.
Ahora la siguiente pregunta es: ¿qué nos impide verles? ¿qué es lo que nos mantiene ciegos hacia los demás?
Podrían ser muchas cosas: el ritmo acelerado de vida que llevamos, puede ser Spotify siempre sonando, Netflix siempre prendido, Instagram siempre con alguna imagen nueva, puede ser nuestra ambición desmedida, nuestras preocupaciones y miedos, nuestros problemas... Y así podríamos continuar por días, sin embargo, la vida se nos escurre.
Invitaciones para hoy y para cada día:
- Pedir a Dios el discernimiento para identificar qué es lo que me impide ver a la gente que está a mi alrededor, clamando por amor.
- Pedir a Dios fortaleza para vencer eso que nos mantiene enceguecidos, ensimismados en nuestro yo.
Espero que tengas un excelente día, que Dios te bendiga y la Virgen te acompañe.
Abrazo en Cristo,
Marco.
Pd: también incluye ver nuestro medio ambiente, y actuar para proteger la única casa que tenemos para vivir.