Hoy domingo 17 de noviembre cuando se acercaba la hora de la Misa, decidí invitar a mi hermanito de 6 años a ir conmigo. Después de varios meses de no intentarlo, lo intenté y recibí un: "Vamos, hace que no voy y QUIERO ir."
Creo que fue uno de los regalos más lindos y emocionantes que recibí durante todo el año y tal vez de la vida.
La experiencia de compartir con un niño es LO MÁXIMO. Son auténticos, no se quedan con las dudas, no se preocupan y confían plenamente en uno.
Estando en la Misa imitaba TODO lo que yo hacía: al entrar se arrodilló e hizo la señal de la Cruz, juntó las manos, intentó cantar, se paró, se sentó, se arrodilló, caminó conmigo a la Comunión. Hizo varias preguntas como: "¿Por qué esas tres personas caminaron por ahí y se doblaron hacia adelante?".
Fue algo inimaginable para mí vivir una Misa sólamente entre él y yo; y poder explicarle cada paso, prestarle atención cuando escuchaba la homilía y decía: "Eso es cierto". Después le vió a una nena jugando en su banco y dijo: "Ella no respeta la Misa". Era el Espíritu Santo brillando en todo su esplendor en un niño de 6 años.
No por nada Jesús de Nazareth dijo: "Les aseguro que si ustedes no cambian y se vuelven como niños, no entrarán en el reino de los cielos."
Estamos llamados a ser como ellos: auténticos, humildes y dependientes de nuestro Padre.
Invitaciones para hoy y para cada día:
- Analizar qué es lo que me complica la vida, qué es lo que me impide ser auténtico y qué es lo que me impide acudir a Dios para todo lo que considero necesario.
- Pedir a Dios que me libere de todo lo anterior y me dé fuerzas para permanecer con el corazón libre.
- Prestar mucha atención a nuestro alrededor, porque SIEMPRE hay un "niño" observando y copiando todo lo que HACEMOS. A veces un niño físicamente, otras un niño psicológicamente y otras veces un niño espiritualmente.
Espero que tengas un excelente día, que Dios te bendiga y la Virgen te acompañe.
Abrazo en Cristo,
Marco.