Los hermanos


Hoy jueves 28 de noviembre, como me encuentro sin vehículo momentáneamente decidí no asistir a un compromiso asumido previamente. Una vez que notifiqué a la persona del compromiso, me puse a pensar en qué haría hoy a la tarde/noche. En eso me fijé en el grupo de mi familia y vi que mi papá había preguntado quiénes irían a la cancha a ver al club de la familia; como en todo el año no había ido con ellos, decidí acompañarlos.

Fue cuando tomé esa decisión que SENTÍ EL GUSTO que da tener muchos hermanos (somos 5 varones). Y el poder contar siempre con alguno de ellos, o cuando nos juntamos todos y nos divertimos un montonazo, o los recuerdos de haberles visto nacer a cada uno de ellos, y hoy poder verles tan geniales como son.

En paralelo me puse a pensar en lo triste que podría ser para mí ser hijo único, no tener un compañero de aventuras con tu misma sangre corriendo por la casa. Y por supuesto, que Dios es tan bueno que muchas veces suple esa falta de hermanos sanguíneos con hermanos hijos de otras madres (primos, amigos, vecinos y otros).

Al darle una mirada a nuestro mundo de hoy, vemos cómo cada vez la población va volviéndose más vieja, como empezó ya en algún momento en Europa. 

El mundo se está volviendo a un ritmo acelerado cada vez más egoísta, donde el que importa soy yo, y luego yo, y una vez más yo y despuéeees yo de vuelta y tal vez al final de los finales el otro.

Lo importante pareciera que es: solamente disfrutar yo del hoy, que yo coma y tome lo mejor, que yo pueda viajar, que me dedique tiempo a mí mismo para lo que me gusta, que yo acceda a la mejor educación, que mi vida no haya pasado sin que yo la haya disfrutado. 

A tal punto llega este egoísmo (y de cierta forma materialismo también) que la gente ni siquiera quiere traer al mundo más hijos, porque es muy caro y consumen mucho tiempo dicen... 

Lo que tal vez no se den cuenta es que lo mejor que podemos nosotros regalar algún día a nuestros hijos no es nada material, sino nuestro tiempo, nuestra fe, nuestros valores y principios.

En mi familia nunca nos faltó nada, pero tampoco vivíamos viajando todos los años a otros países desde que tengo memoria. Al contrario, solíamos ir a menudo al interior del país y compartir juntos en familia y con amigos de la familia. Tal vez si yo hubiera sido hijo único o solamente dos, hubiésemos tenido una vida mucho más lujosa.

Sin embargo, si yo pudiera elegir entre una vida más lujosa y mis hermanos, les elegiría a mis hermanos. Una y otra vez. Y otra. Y OTRA. Y OTRA hasta el final de los tiempos.

Por supuesto que estamos llamados a ser prudentes y traer al mundo la cantidad de hijos que, en discernimiento, decidamos dentro del matrimonio que podríamos criar, dándoles una vida digna.

Invitaciones para hoy y para cada día:
  • Analizar mi relación con mis hermanos y determinar qué tanto comparto y disfruto de la vida de cada uno de ellos.
  • Analizar qué me gustaría a mí entregar a mis hijos y qué es lo realmente valioso para mí.
  • Agradecer a Dios por los hermanos y pedir que podamos actuar en consecuencia a lo analizado (tal vez trabajar un poco menos, estudiar un poco menos, dedicar un poco menos de tiempo a mí mismo y hacerle sentir a mis hermanos y también a hijos, padres, familia, amigos, compañeros, EL GUSTO que sentimos de que existan y que puedan compartir con nosotros).

Espero que tengas un excelente día, que Dios te bendiga y la Virgen te acompañe.

Abrazo en Cristo,
Marco.