El lunes estuve intentando colocar un burlete (goma que va debajo de la puerta para aislar sonido, polvo, etc.) bajo la puerta de mi oficina, pero para mi sorpresa no entraba, por eso tuve que quitar la puerta y lijar bastante hasta que entró.
Al terminar de lijar pude notar como quedó prolija la base de la puerta y además una suavidad al contacto con la mano, para que finalmente pudiera entrar el burlete; fue entonces que reflexioné cómo ocurre algo similar en la vida espiritual.
La palabra de Dios es la lija del Carpintero, que lija nuestras almas, a través de ella Dios puede ir eliminando todo lo que evita que Él pueda ocupar el lugar central en nuestra vida.
Pero para poder utilizar la lija, hay que hacer un esfuerzo previo, levantar la puerta y ponerla en un lugar estable; algo similar debemos hacer para poder dejarnos lijar por la Palabra de Dios, es necesario un esfuerzo de levantarnos más temprano (o dormir más tarde) y ponernos en oración, tiempo de calidad exclusivo para escuchar lo que Dios tiene para nosotros a través de su Palabra.
En la medida en que más nos dejamos lijar por la Palabra, más vemos en nuestras vidas como el burlete de la gracia de Dios (su amor y su fuerza) impiden que entre el mal y el pecado, dejándonos más preparados para amar en cada oportunidad que se nos presente.
Invitaciones para hoy y para cada día:
- No escatimar esfuerzos en dejarse lijar por el Carpintero.
- No escatimar esfuerzos en dejarse lijar por el Carpintero.
- No escatimar esfuerzos en dejarse lijar por el Carpintero.
Espero que te haya sido de bendición, si así fue, compartila y que llegue a otros.
Un abrazo en Cristo,
Marco Aponte.
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